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  • "No puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos" (Graffitti del Mayo Frances 1968)

martes, 14 de agosto de 2012

«Mirar al otro»: La imagen fotográfica para la convivencia ciudadana1




MORELLA DEL CARMEN ALVARADO MIQUILENA
RICHARD ALVARADO



1 Artículo basado en el trabajo de grado presentado por Richard Alvarado para obtener el título de sociólogo en la Universidad Central de Venezuela(abril, 2008) y en la ponencia «Mirar al Otro: Alfabetización Visual como herramienta socializadora», presentada por Richard Alvarado y Morella Alvarado en la 26th Scientific Conference on the International Association for Media and Communication Researh IAMCR - Word Congress on Media and Global Divides, Sección «Media Education Research», celebrado en la Universidad de Estocolmo, Suecia, entre el 20 y el 26 de julio del 2008.

RESUMEN
Se expone el desarrollo de la experiencia “Mirar al Otro”, la cual fue implementada enb la comunidad caraqueña de El Guarataro y que tuvo como objetivo, adquirir competencias para el desarrollo de hábitos de convivencia social basada en valores como la tolerancia, el respeto, el reconocimiento del otro, la no agresión, el respeto a la vida, el diálogo, la participación, la revalorización de los espacios comunitarios y la solidaridad como componentes fundamentales de la ciudadanía, a partir del uso de la fotografía. “Mirar al otro” es además la forma en la que se materializan las propuestas de la Sociología Visual y de la Educomunicación, las que han servido de sustento teórico-metodológico.
Descriptores: Educomunicación / Fotografía / Sociología Visual / Valores Ciudadanos / Caracas / Venezuela.

El ojo no se hastía de mirar
COMENIUS

La idea fundamental es que la fotografía es una estrategia
para el conocimiento de la realidad social. Es una ciencia blanda,
artística, lábil, pero con un soporte nítido, duro,
electrónico y químico. Ser un buen fotógrafo no es fácil;
«leer» fotos tampoco lo es. No es problema de tener una buena cámara,
sino un buen ojo y un mejor cerebro.
M. DEMIGUEL

La permanencia de la imagen resulta tan evidente que con muchísima frecuencia ignoramos su peso y sustancialidad. Tanto el siglo XX como este que transcurre están signados por la indubitable presencia de las imágenes y, sin embargo, falta mucho por descifrar, porque al parecer sólo con abrir los ojos vemos. Formando parte indisoluble de nuestros ritos sociales, con 168 años de convivencia, impregnando cada acto de la cotidianidad, la fotografía tiene amplísima presencia. «Tan incorporada está a la vida social que, a fuerza de verla, nadie lo advierte» (Freund, 1993:8).

Como punto de partida para el cine, con un uso inestimable tanto para la publicidad como para la prensa y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, hoy luce como un hecho habitual que encontramos en casi toda actividad humana. Sin embargo, muchas veces es necesaria una doble mirada para decodificar lo que la fotografía arroja. La sociología visual puede y ha dado herramientas para reelaborar discursos que puedan aprehender nuevas nociones de cómo mirar.

La interpretación de la realidad social se ve mediatizada por dos procesos: el de ver y el de interpretar lo visto. La cultura visual predominante en la actualidad requiere de una reconstrucción activa de sus significados y consecuencias sociales (M. de Miguel y Pinto, 2002:1).

De allí que la sociología visual como interdisciplina, nos permita acercarnos a la cultura de la imagen desde espacios no frecuentes. La práctica sociológica está indisolublemente enlazada con los clásicos ejemplos de mirar e interpretar la realidad, luce impostergable, y podría decirse que es por ello que los nuevos estudiosos de la Sociología tienen nuevos instrumentos para su abordaje.

La realidad social entra por los ojos. El siglo XXI es el de la imagen. La Sociología se dedica cada vez más a lo visual. Los padres de la Sociología confiaron plenamente en la palabra escrita. Pero actualmente, para conocer la realidad social hay que utilizar fotografía, imagen virtual, video, cine documental y no-documental (Ibíd).

Así, saber mirar, saber ver, corresponde tanto a una alfabetización como a una reeducación visual que conduzca a la posibilidad de analizar y reinterpretar la realidad social desde la perspectiva cualitativa. Este trabajo describe los resultados obtenidos a partir de nuestra intervención como instructores en el proyecto «Mirar al Otro», el cual fue estructurado y elaborado a solicitud de un grupo de jóvenes organizados pertenecientes a la comunidad de El Guarataro, sector La Florida, parroquia San Juan, en Caracas y que se basó tanto en los presupuestos de la sociología visual y de la educomunicación, así como en prácticas similares que han sido desarrolladas en otros contextos.

Estos jóvenes manifestaron su interés por ofrecer tanto a niños como a adolescentes, diversas opciones para la utilización del tiempo libre, ya que a falta de lugares y actividades concretas de esparcimiento y recreación, advirtieron un incremento gradual y sostenido de acciones violentas, tanto al interior de las familias como en la escuela, lo que se traducía en agresiones al espacio físico escolar, así como el maltrato y menosprecio por el otro, procediendo consecuencialmente en prácticas de irrespeto a la vida, lo cual tenía inevitables impactos en el espacio público comunitario.


LA CULTURA DE LA IMAGEN

Con precisa rigurosidad, nuestros días transcurren en una vorágine in terminable e invalorable de imágenes. Cada día vivido transforma a nuestros ojos en selectores precisos de lo que queremos ver, de lo que podemos descifrar, de lo que queremos almacenar. No todo aquello que pasa ante nuestros ojos es para ser guardado; de allí que, en función de nuestros propios intereses (reeducados o no), seamos capaces de discernir lo que escogeremos para ser mirado.

Pero no sólo vemos y seleccionamos imágenes, también las reproducimos, las hacemos. En nuestra búsqueda por expresar lo que deseamos, nos hemos convertido en hacedores de imágenes. Nuestros ojos concurren a la vida con una selectividad precisa: vemos de pasada aquello que poco interesa, pero miramos con profundidad y detenimiento cuando estamos dispuestos a obtener conocimiento. De allí que: Sería legítimo plantearse la cuestión de la densidad de las imágenes por metro cuadrado, o por metro cúbico, tanto en el espacio global de la ciudad como en el espacio pensado y centrípeto de la organización del mundo que nos rodea (Moles, 1975:65 en Renobell, 1999:2).

Basta mirar tan sólo un momento, detenerse a ver nuestro entorno, para corroborar al aparataje tecnovisual; hemos devenido en sujetos de y por la imagen. En el marco de nuestra condición de individuos adscritos a la cultura digital, solemos ver y mirar en una inestimable cantidad de posibilidades, acercándonos a eso a lo que María Jesús Buxó ha definido como hipervisualidad: El mundo social ha entrado en una hipervisualidad que repercute en un uso óptico visual masivo de medios audiovisuales «con el fin de explorar, describir y analizar formas diferentes de construir visualmente categorías, expresiones y nuevas formas de transmisión de conocimiento e información socioculturales (Buxó en Renovel, 1999:2).

Tal vez el mayor de los paroxismos visuales de los últimos tiempos, el que ha acaparado la atención de todos los ojos de los seres del mundo, lo constituya el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York. Esa mañana de septiembre de 2001 el planeta entero viró su mirada hacia una ciudad que era víctima de un ataque terrorista. En ese instante, ese suceso acaparó la totalidad de la atención de todos los medios de comunicación y por supuesto, de todas las teleaudiencias; fue en ese momento, cuando la mayor cantidad de imágenes de un acontecimiento fueron captadas y difundidas en todo el globo terráqueo.

Ese hecho resume a la hipervisualidad, es decir, «Cuando una imagen es reproducida en millones de espacios diferentes a la vez y donde un fenómeno social es representado de múltiples formas, a través de múltiples ojos sociales esculturizados cada uno de manera diferente» (Buxó en Renobell, 1999:2). Este proceso es posible sólo gracias a la intervención de la tecnología que permite la hiperreproductibilidad y el acceso masivo.

Pero cabe preguntarse: ¿qué es lo que nos impulsa a ver? ¿Cómo sucede el proceso de ver? ¿Por qué discriminamos unas imágenes sobre otras? ¿Por qué nos resulta tan atractiva la realidad plasmada en imágenes fotográficas? ¿Qué emociones nos mueve una imagen determinada? ¿Por qué tantas emociones distintas a partir de una imagen?; y sobre todo, una de las preguntas más importantes: ¿De qué manera podemos utilizar el potencial de las imágenes en el ámbito educativo? Las fotos jamás dejarán de llamar nuestra atención, de allí que en cine, televisión, en la web, el hecho de ver para recordar o evocar nos dé placer y satisfacción, así se haga referencia a acontecimientos tristes. Nada es más atractivo que un álbum que se abre y permite adentrarnos en la vida de los otros, que a su vez, es también la nuestra.

Consideramos que cada vez más es preciso pensar a la imagen desde una perspectiva discursiva, que ella hable sin que esto implique un desplazamiento o eliminación de la palabra. Pensar desde la imagen en tiempos de intermediación, de reinterpretación colectiva digital, es dotar de fuerza a las posibilidades explicativas que abren nuevos resquicios comunicativos en el ámbito de las Ciencia Sociales y que la educación no debe obviar. Es propicio que demos continuidad a las propuestas de Jan Amós Komensky (Comenius), a través de su obra Orbis Sensualium Pictus (1659), en la que propone la enseñanza sobre el mundo a partir de las imágenes.

El Orbis Sensualium Pictus marca los inicios de una cultura de la imagen en el ámbito de la pedagogía. En lo que se refiere a la mirada pedagógica como actitud fundamental del pedagogo frente al mundo, Comenio fue uno de los primeros en observar el mundo con una intencionalidad pedagógica y con una intención formativa. Para los propósitos de un trabajo con base en las imágenes, el Orbis Sensualium Pictus se presenta, además, como un registro pictórico ejemplar susceptible de ser tematizado pedagógicamente. Comenio representa, entonces, un caso singular y ejemplar dentro de la historia de la pedagogía, pues a partir de él se puede ver con claridad la estrecha relación que se establece entre imagen, imaginación y formación como asuntos pedagógicos (Run ge, 2006:III).

Mirar es casi una gratuidad inherente a la especie, el costo que pagamos viene reflejado en las futuras facturas que el inconsciente nos pasará, pero, ¿por qué si es tan económico tenemos que reeducarnos para saber ver? ¿Por qué, si la historia de la cultura de la imagen en el mundo occidental es tan antigua, la escuela aún le da la espalda y la condena a ser sólo una acompañante? ¿Por qué, si la imagen impregna nuestras vidas, aún no es - tamos preparados para verla?


LA IMAGEN COMO PRETEXTO: LA SOCIOLOGÍA VISUAL

La sociología cada vez más busca adentrarse en nuevos caminos y prácticas, y en ese transitar las imágenes no han quedado fuera. De allí que surja la sociología visual como interdisciplina y veamos cómo la imagen fotográfica comienza a atravesar muchas prácticas, experiencias y disciplinas, para transformarse hoy en día en la protagonista de muchas acciones de investigación.

La formación de lo que hoy se llama Antropología Visual y Sociología Visual, se dio cuando ese reconocimiento del potencial informativo de las fuentes visuales fue capaz de tomar conciencia de su naturaleza discursiva. De este modo, los objetivos de este nuevo campo disciplinar incluirán la producción, circulación y consumo de las imágenes de interacción entre el observador y lo observado. Así, los estudios de manifestaciones imagéticas de la cultura hicieron aflorar la necesidad de comprender los diversos mecanismos de producción de sentido –sentido dialógico, por tanto socialmente construido y cambiante y no predeterminado o inmanente a la fuente visual (Aguilar, 2006:6).

El amplio campo de trabajo de la sociología visual ha sido reseñado en innumerable cantidad de publicaciones, muchas de las cuales han sido generadas desde «The International Visual Sociology Association (IVSA)» en el Reino Unido. Entre los propósitos de esta asociación vemos la promoción de estudios, producción y uso de las imágenes visuales, entre las que se encuentran la fotografía, el cine, video y las imágenes transmitidas o generadas por medios electrónicos.

Una primera tarea de la Sociología Visual es enseñar a ver, y a analizar la mirada.

El objetivo final es colaborar en la construcción de la realidad social y en el cambio de los procesos de desigualdad social en un mundo globalizado. Para establecer los cimientos de ese edificio …[se] analiza el proceso de ver y las formas sociales de mirar. Se presentan algunas ideas sobre la interpretación visual de la sociedad… La interpretación de la realidad social se ve mediatizada por dos procesos: el de ver y el de interpretar lo visto. La cultura visual predominante en la actualidad requiere de una deconstrucción activa de sus significados y consecuencias sociales. Los/as estudiosos de la Sociología deben aprender a mirar si quieren convertirse en buenos profesionales (M. de Miguel, 2003ª: 49).

De allí que esta nueva perspectiva implique necesariamente el educar la mirada. Así, el afinar la percepción es una de las competencias necesarias para el sociólogo y la socióloga que desee incursionar en este campo, lo cual no deja de lado a quienes se acercan desde otros ámbitos. Jesús Manuel de Miguel expone las áreas temáticas desde las que puede iniciarse los abordajes de esta interdisciplina que cada vez más, puede considerarse como transdisciplina: Se trata de investigar la utilización de la fotografía en las ciencias sociales, con temas sobre su uso en antropología, sociología e historia. Luego se puede discutir la creación de fotos populares y la importancia de la fotografía en la vida familiar y doméstica de las últimas décadas.

Se suele dar importancia al estudio fotográfico de comunidades. Otro aspecto central es la utilización de la fotografía para el análisis de las desigualdades sociales. Conviene conocer algunos estudios fotográficos novedosos de la realidad social, y especialmente los nuevos proyectos que combinan texto escrito con fotografía. De ahí se pasa lógicamente a los proyectos de cambio social y político en que se utilizan fotografías. La foto es también noticia e información, por lo que es importante estudiar la tradición del fotoperiodismo. Otro tema importante es la fotografía como institución social y como mercado organizado (Ibid).

Si bien la sociología visual impregnó la experiencia de «Mirar al Otro», también la educomunicación como perspectiva teórico-metodológica. Esta interdisciplina trata de unir las perspectivas que involucran a la educación y la comunicación, principalmente en el espacio educativo, sea éste de carácter formal, no formal o informal. La educomunicación (también denominada Educación para los Medios –EPM) es definida por Gustavo Hernández Díaz (2003) como:
Una línea de investigación interdisciplinaria en donde se plantean zonas de encuentro entre la disciplina educativa y la comunicacional. Ambas disciplinas deben dialogar en forma permanente para que la EPM se enriquezca desde el punto de vista teórico, metodológico y epistemológico. Sin ese diálogo es imposible que la EPM pueda erigirse como una propuesta pedagógica sólida, ya que propone entre otros aspectos un paradigma educomunicacional alternativo que, como ya hemos señalado, se opone a las directrices de la educación bancaria tradicional (p. 34).

Ambas perspectivas brindaron un sólido soporte para emprender un trabajo que si bien buscaba promover la expresión creativa, también se propuso indagar en formas de relación distintas a las que obliga la violencia de nuestras ciudades.


LOS NIÑOS Y LA CULTURA DE LA IMAGEN

Las nuevas generaciones poseen una excelsa habilidad para decodificar, reescribir y reelaborar el mundo de imágenes que les rodea, basados en una interacción propiciada por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que potencian a un usuario multivisor, ése que puede navegar por Internet, hacer zapping en la tele, comunicarse con otros usuarios en la web y enviar mensajes de textos por el celular, para construir discursos paralelos y polisémicos.

A pesar del innegable y sustancial peso de la imagen, la escuela, sobre la que descansa todo el peso societal para la reproducción de la cultura, sigue una directriz basada en la enseñanza verbal y lo escrito; enseñar a escribir, leer, efectuar cálculos y expresarse oralmente, son todavía una práctica cotidiana basada en el lenguaje verbal y escrito, que hace a un lado las posibilidades que brinda el lenguaje audiovisual y, más aún, impide la construcción de un lenguaje basado en ambos, ya que resultan ser irreprochablemente concurrentes. Debe entonces, a nuestro entender, ampliarse el horizonte educativo permitiendo, por un lado, la formación del cuerpo docente en el manejo de nuevas tecnologías de la comunicación y formas de expresión, para que en el proceso de enseñanza éstos puedan usar lenguajes no verbales (junto, por supuesto, al lenguaje verbal y escrito), a fin de permitir la construcción de nuevas formas que impacten, tanto en la comprensión como en la enseñanza múltilenguaje y multimedia, que no obvie los procesos de comunicación y así, lograr salvar los obstáculos que una enseñanza monolenguaje imposibilita: redimensionar la construcción de conceptos, de pensamientos abstractos, la generación y construcción de conocimiento en una era de profundos cambios en la manera de aprender, organizar, leer y escribir.
De allí que consideremos que: La escuela pudiera recurrir al uso de la imagen fotográfica de manera que permita a los niños y las niñas el desarrollo de habilidades tales como: la creatividad, criticidad, el pensamiento, la motivación, la atención, el descubrimiento, la asociación, la expresión, las nociones espaciales, la comprensión y la alfabetización visual, entre otras, lo que llevará a enriquecer el aprendizaje holista del alumnado, que parte del complemento entre los lenguajes verbal y no verbal (Allen y Rojas, 2005: 25).

Las nuevas generaciones, como sujetos-usuarios directos de los novísimos cambios que las ciencias han propulsado en las Tecnologías de la Información y la Comunicación, suelen dinamizar y socializar sus experiencias cotidianas a través del uso de los múltiples artefactos que la tecnología brinda, a saber, teléfonos celulares, cámaras digitales, juegos de video de altísima resolución gráfica y de compleja construcción psicoespacial, la Internet, los reproductores musicales con touch screen y muchos otros. Entonces, si esto sucede cotidiana y ordinariamente en la mayoría de los hogares de los escolares y adolescentes de estos tiempos (con el profundo impacto de desplazar a la interacción familiar y al empobrecimiento del lenguaje escrito y hablado y consecuencialmente del individuo), ¿por qué no captar la atención de usuarios sagaces mediante el uso de este tipo de tecnología en las aulas de clases? ¿Por qué no valerse de la tecnología para revertir los impactos negativos y replantear un mejor uso de los mismos a favor del lenguaje y, en consecuencia, de la actividad lúdico-simbólica, así como la socialización de ese individuo? ¿Por qué, incluso si se trata de comunidades deprimidas, no generamos vías para acortar la Digital Gap, a partir del trabajo con tecnología sencilla y de bajo costo?

La «apropiación» de estos instrumentos y su transformación en herramientas educativas nos mueve a concientizar el altísimo compromiso que en la educación se debe tener, para inmiscuirnos tanto en el lenguaje y códigos así como en el manejo de estas tecnologías, lo que exige igualmente una alfabetización visual que permita apalancar, descifrar y elaborar nuevas formas de socialización. Y es aquí donde los aportes tanto de la sociología visual como los de la educomunicación, son propicios.


EL CONTEXTO: CARACAS CIUDAD/CARACAS VIOLENTA

Las ciudades, las grandes ciudades, las megalópolis, tienden a reestructurarnos la vida, y Caracas ha hecho lo finamente labrado en cada uno de nosotros. Para bien o para mal, es la ciudad que habitamos, la que hemos visto crecer, transformarse y mutarse en este gigantesco monstruo incontrolable.

Transcurren nuestros días entre el infernal e incontrolable enjambre de carros, entre las zigzagueantes motos que le han devuelto a muchos la transitabilidad por calles y autopistas, entre piruetas y maromas, montados en sus artefactos chinos. Pasan nuestras horas entre cuentos de otros, aquellos semejantes que dan testimonio de su parte de guerra: mataron a un vecino; a los abuelos de alguien; secuestraron a mi sobrina; me robaron el carro; le clonaron la tarjeta; la amenazaron de muerte; le dieron plazo de unas horas para conseguir el dinero; la violaron en aquel sitio; lo despojaron de su moto; lo acribillaron por venganza; lo acorralaron en la esquina; lo alcanzó una bala perdida. Nuestra ciudadanía se ha degradado, se ha extraviado.

No puede ocultarse el carácter violento de la ciudad que habitamos. No puede negarse la asimilación de códigos sombríos y macabros con los que hemos aprendido a «convivir». No puede omitirse cuán fracturados estamos en nuestra malograda condición de caraqueños. Rascacielos con helipuertos, autopistas colmadas de autos del año, centros comerciales de diseño futurista, edificios de apartamentos que se cotizan en dólares, marcan el signo de una ciudad que transcurre paralela a esa otra Caracas donde se convive entre balas, entre cúmulos de basura, entre ríos de aguas cloacales, con casas de techo de láminas de zinc, con familias viviendo bajo los puentes, con paredes de madera, que ostentan los estandartes de la deseada modernidad: potentes equipos de sonido, televisores con pantalla plana, teléfonos celulares de última generación y antenas que posibilitan la conexión con una realidad que no puede tenerse.


EL GUARATARO

Incrustado en el centro-oeste de la ciudad de Caracas, «El Guarataro» es un barrio que muestra las incongruencias de un país que encabeza las listas de los importantes países exportadores de petróleo. A pocos metros de su entrada principal está ubicada la estación de Metro Capuchinos, dando señales de una ciudad que comienza a extinguirse en apenas cincuenta metros. A partir de allí todo comienza a traspasar los límites: adictos que piden para comprar droga; vendedores de crack y marihuana que te ven a los ojos para darte lo que demandas; recogelatas que hurgan entre la basura; señoras y señores, mucha gente de bien que van o vienen a su sitio de trabajo; abuelas y abuelos que van de compra a la farmacia, al abasto; niños y jóvenes que van al colegio; aguas negras que hay que esquivar; policías que chantajean a los distribuidores de drogas; vendedores de chatarras, zapatos y ropa usada; alcohólicos que gritan incoherencias; salsa y reaggeton sonando de casa en casa; motorizados que zigzaguean entre los caminantes, y todo, todo esto sucede en una calle de apenas seis metros de ancho.

El Guarataro está conformado por familias asentadas allí desde hace muchos años, hay quienes le atribuyen a este barrio una data de 378 años. Es uno de esos barrios caraqueños que tuvo su mayor explosión demográfica a partir del boom petrolero, con familias venidas desde el interior del país en busca de mejores oportunidades económicas. Es un sitio donde hasta hace unos veinte años todos se conocían y la convivencia era basada en el respeto y la tolerancia. Aquí llegamos por instancia de nuestro amigo David Ladera, incansable trabajador social empeñado en las reivindicaciones y mejoras para su comunidad, quien nos propuso aplicar nuestros oficios en función de lograr capturar la atención de los muchísimos jóvenes estudiantes del barrio, quienes junto a sus respectivas familias hacen un incansable esfuerzo por superarse, para situarse en una mejor perspectiva de vida, alejados de la dura violencia que día a día, hora a hora, les bifurca los caminos.


¿CÓMO LO HICIMOS?

El equipo conformado para la implementación del proyecto «Mirar al Otro» estuvo integrado por especialistas en Trabajo Cultural, Educomunicación, Educación Especial, Sociología, Teatro y Fotografía. La sede escogida para la aplicación del proyecto fue la Escuela Básica Distrital Ángel Ribas Baldwin, con los alumnos de la Segunda Etapa de Educación Básica: cuarto, quinto y sexto grado.
El objetivo principal de «Mirar al Otro» fue pensado desde los participantes, a saber: adquirir competencias para el desarrollo de hábitos de convivencia social basada en valores como la tolerancia, el respeto, el reconocimiento del otro, la no agresión, el respeto a la vida, el diálogo, la participación, la revalorización de los espacios comunitarios y la solidaridad como componentes fundamentales de la ciudadanía, a partir del uso de la fotografía. Las actividades se estructuraron a partir de las secuencias de aprendizaje, diseñadas y creadas para la experiencia educativa «Aula Virtual Aprender a ver TV» (Especialización en Educación para el uso creativo de la Televisión), desde la línea de investigación «Educación, Comunicación y Medios» del ININCO-UCV. Estas secuencias de aprendizaje hacen el siguiente recorrido:
I. Exploración/Descubrimiento
II. Comprensión/Conceptualización
II. Problematización/Discusión
IV. Creación/Producción
V. Confrontación/Evaluación
VI. Expresión/Comunicación.

Dos fueron los principales lineamientos sobre los que se propuso la estructuración de las actividades, a saber: 1) Integrar actividades relacionadas con tres entornos: familiar, escolar y comunitario; 2) colocar claves que permitan identificar cambios antes y después de la actividad. Los objetivos específicos: 1. adquirir herramientas que favorezcan las formas de expresión visual; 2. revalorizar a la imagen fotográfica como elemento comunicador generador de discursos; 3. acercarse a la comprensión del entorno desde la imagen fotográfica; 4. ejercer prácticas comunicativas visuales basadas en hábitos de convivencia social.


LOS RESULTADOS

Se tuvo especial énfasis en no orientar ni predisponer a los alumnos en relación a lo que debían o no fotografiar. Se hizo hincapié en el hecho de que ellos eran los fotógrafos y debían aplicar los conceptos vinculados a los valores ciudadanos trabajados en todos los talleres, al momento de tomar las fotos y de construir su registro fotográfico.

La ansiedad fue generalizada en todo el grupo, cada uno expresaba la larga lista de las futuras fotos que harían. Al momento de hacerles entrega de las cámaras, la felicidad se tradujo en abrir rápidamente las cajas, ver los artefactos, verificar que eran todas exactamente igual y luego todos se dedicaron a explotar las bombas de aire del material protector de las mismas. Preparadas las cámaras, cargadas con la película, los alumnos contaban con el fin de semana para hacer sus respectivos trabajos.

Culminado el primer fin de semana, nos encontramos con algunas caras largas: ¡eran los alumnos que no habían resistido la tentación de abrir la cámara y ver cómo se veían las fotos por dentro! Para una contingencia como ésa, el taller tenía película para reponer, por suerte sólo fueron unos pocos alumnos los que abrieron sus artefactos. Algunas de las fotos veladas se recuperaron y formaron parte de la exposición. Pasado el segundo fin de semana los alumnos trajeron las cámaras y junto al instructor aprendieron a rebobinar la película, extraer la misma sin causar ningún accidente que dañara las fotos tomadas.

Fieles a lo aprendido en las sesiones de trabajo, todos los alumnos devolvieron en perfecto estado cada una de las cámaras que les fueron asignadas; ello nos confirmó el aprendizaje de valores como el respeto, solidaridad y convivencia. Enviamos a revelar los rollos, a hacer hojas de contactos y cuando éstas estaban listas, analizamos las fotos con los alumnos y ellos hicieron la escogencia de las fotos que finalmente irían a la exposición.

Parte de la estructura del taller de fotografía contemplaba el énfasis en uso de la tecnología digital, para ello contábamos con un scanner de negativos que posibilitaría la intervención digital de las fotos y su posterior modificación, para lograr otras vías de expresión de los alumnos, además de los equipos de la sala de informática del centro educativo.

Finalmente, el día viernes 16 de julio del año 2004 se realizó la exposición de los veintinueve portafolios creativos de todos los alumnos participantes del taller, en la biblioteca escolar, ubicada en la planta alta de la escuela, en los mismos salones que habían sido el escenario para la discusión de los talleres. Y sobre todo, escenario que el día anterior, los niños y niñas participantes del proyecto se habían encargado de limpiar y lavar con agua y jabón, para que sus compañeros, maestros, padres, madres y vecinos sintieran la misma emoción que ellos habían vivido.

Para este acto se contó con la presencia de todos los alumnos participantes, así como de sus familiares más cercanos. La alegría era total: madres, padres, hermanos, abuelos, amigos y vecinos sonreían constantemente al reconocer sus rostros, sus callejones, sus casas, sus vidas en aquellas fotografías. También vinieron la TV (Vive TV) y el periódico Últimas Noticias, a registrar aquello. La transmisión de Vive TV y la Exposición servirían para que después niños y niñas, vecinos y vecinas, se sintieran «vistos por otros».

Allí nos encontramos con las fotos de la familia, las mascotas, los amigos, los equipos de sonido, los televisores, los implementos personales (ropa, zapatos, juguetes, afiches), las expresiones afectivas, el interior de la casa, las fiestas, como valores positivos en contraposición a las peleas, la basura, los indigentes, como valores expresamente negativos.

Para nosotros resultó gratificante percibir cómo lo enseñado tuvo sus hermosos resultados.

Cada uno de los niños participantes mostró un altísimo nivel creativo así como una gran disposición a trabajar en grupo, lo que ratifica el hecho de resaltar el uso de la fotografía como un canal expresivo que posibilita la recuperación de la autoestima en niños que viven en situaciones de riesgo.

Por otro lado, es absolutamente gratificante corroborar que mediante la enseñanza de este oficio, pueden establecerse conexiones con grupos y comunidades del resto del mundo que marchan en la misma dirección, en la búsqueda de un camino expresivo y/o en la enseñanza de un arte que permite reeducarse para ver y mirar a un mundo, desde una perspectiva más creativa.


Referencias Bibliográficas

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