MORELLA DEL CARMEN ALVARADO MIQUILENA
RICHARD ALVARADO
1
Artículo basado en el trabajo de grado presentado por Richard Alvarado para
obtener el título de sociólogo en la Universidad Central de Venezuela(abril,
2008) y en la ponencia «Mirar al Otro: Alfabetización Visual como herramienta
socializadora», presentada por Richard Alvarado y Morella Alvarado en la 26th Scientific Conference on the International Association for Media and Communication
Researh IAMCR - Word Congress on Media and Global
Divides, Sección «Media Education Research»,
celebrado en la Universidad de Estocolmo, Suecia, entre el 20 y el 26 de julio
del 2008.
RESUMEN
Se expone el desarrollo de la experiencia “Mirar al Otro”, la
cual fue implementada enb la comunidad caraqueña de El Guarataro y que tuvo
como objetivo, adquirir competencias para el desarrollo de hábitos de
convivencia social basada en valores como la tolerancia, el respeto, el
reconocimiento del otro, la no agresión, el respeto a la vida, el diálogo, la
participación, la revalorización de los espacios comunitarios y la solidaridad
como componentes fundamentales de la ciudadanía, a partir del uso de la
fotografía. “Mirar al otro” es además la forma en la que se materializan las
propuestas de la Sociología Visual y de la Educomunicación, las que han servido
de sustento teórico-metodológico.
Descriptores: Educomunicación / Fotografía / Sociología Visual / Valores
Ciudadanos / Caracas / Venezuela.
El ojo no se hastía de mirar
COMENIUS
La idea fundamental es que la fotografía
es una estrategia
para el conocimiento de la realidad
social. Es una ciencia blanda,
artística, lábil, pero con un soporte
nítido, duro,
electrónico y químico. Ser un buen
fotógrafo no es fácil;
«leer» fotos tampoco lo es. No es
problema de tener una buena cámara,
sino un buen ojo y un mejor cerebro.
M. DEMIGUEL
La permanencia de la imagen resulta tan
evidente que con muchísima frecuencia ignoramos su peso y sustancialidad. Tanto
el siglo XX como este que transcurre están signados por la indubitable
presencia de las imágenes y, sin embargo, falta mucho por descifrar, porque al
parecer sólo con abrir los ojos vemos. Formando parte indisoluble de nuestros
ritos sociales, con 168 años de convivencia, impregnando cada acto de la
cotidianidad, la fotografía tiene amplísima presencia. «Tan incorporada está a
la vida social que, a fuerza de verla, nadie lo advierte» (Freund, 1993:8).
Como punto de partida para el cine, con un
uso inestimable tanto para la publicidad como para la prensa y las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación, hoy luce como un hecho
habitual que encontramos en casi toda actividad humana. Sin embargo, muchas
veces es necesaria una doble mirada para decodificar lo que la fotografía arroja.
La sociología visual puede y ha dado herramientas para
reelaborar discursos que puedan aprehender nuevas nociones de cómo mirar.
La interpretación de la realidad social se
ve mediatizada por dos procesos: el de ver y el de interpretar lo visto. La
cultura visual predominante en la actualidad requiere de una reconstrucción
activa de sus significados y consecuencias sociales (M. de Miguel y Pinto,
2002:1).
De allí que la sociología visual como
interdisciplina, nos permita acercarnos a la cultura de la imagen desde
espacios no frecuentes. La práctica sociológica está indisolublemente enlazada
con los clásicos ejemplos de mirar e interpretar la realidad, luce
impostergable, y podría decirse que es por ello que los nuevos estudiosos de la
Sociología tienen nuevos instrumentos para su abordaje.
La realidad social entra por los ojos. El
siglo XXI es el de la imagen.
La Sociología se dedica cada vez más a lo visual. Los padres de la Sociología
confiaron plenamente en la palabra escrita. Pero actualmente, para conocer la
realidad social hay que utilizar fotografía, imagen virtual, video, cine
documental y no-documental (Ibíd).
Así, saber mirar, saber ver, corresponde
tanto a una alfabetización como a una reeducación visual que conduzca a la
posibilidad de analizar y reinterpretar la realidad social desde la perspectiva
cualitativa. Este trabajo describe los resultados obtenidos a partir de nuestra
intervención como instructores en el proyecto «Mirar al Otro», el cual fue
estructurado y elaborado a solicitud de un grupo de jóvenes organizados
pertenecientes a la comunidad de El Guarataro, sector La Florida, parroquia San
Juan, en Caracas y que se basó tanto en los presupuestos de la sociología
visual y de la educomunicación, así como en prácticas similares que han sido
desarrolladas en otros contextos.
Estos jóvenes manifestaron su interés por
ofrecer tanto a niños como a adolescentes, diversas opciones para la utilización del tiempo libre, ya que a
falta de lugares y actividades concretas de esparcimiento y recreación, advirtieron
un incremento gradual y sostenido de acciones violentas, tanto al interior de
las familias como en la escuela, lo que se traducía en agresiones al espacio
físico escolar, así como el maltrato y menosprecio por el otro, procediendo
consecuencialmente en prácticas de irrespeto a la vida, lo cual tenía
inevitables impactos en el espacio público comunitario.
LA CULTURA DE LA IMAGEN
Con precisa rigurosidad, nuestros días
transcurren en una vorágine in terminable e invalorable de imágenes. Cada día
vivido transforma a nuestros ojos en selectores precisos de lo que queremos
ver, de lo que podemos descifrar, de lo que queremos almacenar. No todo aquello
que pasa ante nuestros ojos es para ser guardado; de allí que, en función de
nuestros propios intereses (reeducados o no), seamos capaces de discernir lo
que escogeremos para ser mirado.
Pero no sólo vemos y seleccionamos
imágenes, también las reproducimos, las hacemos. En nuestra búsqueda por
expresar lo que deseamos, nos hemos convertido en hacedores de imágenes.
Nuestros ojos concurren a la vida con una selectividad precisa: vemos de pasada
aquello que poco interesa, pero miramos con profundidad y detenimiento cuando
estamos dispuestos a obtener conocimiento. De allí que: Sería legítimo
plantearse la cuestión de la densidad de las imágenes por metro cuadrado, o por
metro cúbico, tanto en el espacio global de la ciudad como en el espacio
pensado y centrípeto de la organización del mundo que nos rodea (Moles, 1975:65
en Renobell, 1999:2).
Basta mirar tan sólo un momento, detenerse
a ver nuestro entorno, para corroborar al aparataje tecnovisual; hemos devenido en sujetos de y por la
imagen. En el marco de nuestra condición de individuos adscritos a la
cultura digital, solemos ver y mirar en una inestimable cantidad de
posibilidades, acercándonos a eso a lo que María Jesús Buxó ha definido como hipervisualidad: El mundo social ha entrado en una
hipervisualidad que repercute en un uso óptico visual masivo de medios
audiovisuales «con el fin de explorar, describir y analizar formas diferentes
de construir visualmente categorías, expresiones y nuevas formas de transmisión
de conocimiento e información socioculturales (Buxó en Renovel, 1999:2).
Tal vez el mayor de los paroxismos
visuales de los últimos tiempos, el que ha acaparado la atención de todos los
ojos de los seres del mundo, lo constituya el ataque a las Torres Gemelas de
Nueva York. Esa mañana de septiembre de 2001 el planeta entero viró su mirada
hacia una ciudad que era víctima de un ataque terrorista. En ese instante, ese
suceso acaparó la totalidad de la atención de todos los medios de comunicación
y por supuesto, de todas las teleaudiencias; fue en ese momento, cuando la mayor
cantidad de imágenes de un acontecimiento fueron captadas y difundidas en todo
el globo terráqueo.
Ese hecho resume a la hipervisualidad, es
decir, «Cuando una imagen es reproducida en millones de espacios diferentes a
la vez y donde un fenómeno social es representado de múltiples formas, a través
de múltiples ojos sociales esculturizados cada uno de manera diferente» (Buxó
en Renobell, 1999:2). Este proceso es posible sólo gracias a la intervención de
la tecnología que permite la hiperreproductibilidad y el acceso masivo.
Pero cabe preguntarse: ¿qué es lo que nos
impulsa a ver? ¿Cómo sucede el proceso de ver? ¿Por qué discriminamos unas
imágenes sobre otras? ¿Por qué nos resulta tan atractiva la realidad plasmada
en imágenes fotográficas? ¿Qué emociones nos mueve una imagen determinada? ¿Por
qué tantas emociones distintas a partir de una imagen?; y sobre todo, una de
las preguntas más importantes: ¿De qué
manera podemos utilizar el potencial de las imágenes en el ámbito educativo?
Las fotos jamás dejarán de llamar nuestra atención, de allí que en cine,
televisión, en la web, el hecho de ver para recordar o evocar nos dé placer y
satisfacción, así se haga referencia a acontecimientos tristes. Nada es más
atractivo que un álbum que se abre y permite adentrarnos en la vida de los
otros, que a su vez, es también la nuestra.
Consideramos que cada vez más es preciso pensar a la imagen desde una perspectiva
discursiva, que ella hable sin que esto implique un desplazamiento o
eliminación de la palabra. Pensar desde la imagen en tiempos de intermediación,
de reinterpretación colectiva digital, es dotar de fuerza a las posibilidades
explicativas que abren nuevos resquicios comunicativos en el ámbito de las
Ciencia Sociales y que la educación no debe obviar. Es propicio que demos
continuidad a las propuestas de Jan Amós Komensky (Comenius), a través de su
obra Orbis Sensualium Pictus (1659), en la que propone la enseñanza
sobre el mundo a partir de las imágenes.
El Orbis
Sensualium Pictus marca los inicios de una cultura de la
imagen en el ámbito de la pedagogía. En lo que se refiere a la mirada
pedagógica como actitud fundamental del pedagogo frente al mundo, Comenio fue
uno de los primeros en observar el mundo con una intencionalidad pedagógica y
con una intención formativa. Para los propósitos de un trabajo con base en las
imágenes, el Orbis Sensualium Pictus se presenta, además, como un registro
pictórico ejemplar susceptible de ser tematizado pedagógicamente. Comenio
representa, entonces, un caso singular y ejemplar dentro de la historia de la
pedagogía, pues a partir de él se puede ver con claridad la estrecha relación
que se establece entre imagen, imaginación y formación como asuntos pedagógicos
(Run ge, 2006:III).
Mirar es casi una gratuidad inherente a la
especie, el costo que pagamos viene reflejado en las futuras facturas que el
inconsciente nos pasará, pero, ¿por qué si es tan económico tenemos que
reeducarnos para saber ver? ¿Por qué, si la historia de la cultura de la imagen
en el mundo occidental es tan antigua, la escuela aún le da la espalda y la
condena a ser sólo una acompañante? ¿Por
qué, si la imagen impregna nuestras vidas, aún no es - tamos preparados para
verla?
LA IMAGEN COMO PRETEXTO: LA SOCIOLOGÍA
VISUAL
La sociología cada vez más busca
adentrarse en nuevos caminos y prácticas, y en ese transitar las imágenes no
han quedado fuera. De allí que surja la sociología visual como interdisciplina
y veamos cómo la imagen fotográfica comienza a atravesar muchas prácticas,
experiencias y disciplinas, para transformarse hoy en día en la protagonista de
muchas acciones de investigación.
La formación de lo que hoy se llama
Antropología Visual y Sociología Visual, se dio cuando ese reconocimiento del
potencial informativo de las fuentes visuales fue capaz de tomar conciencia de
su naturaleza discursiva. De este modo, los objetivos de este nuevo campo
disciplinar incluirán la producción, circulación y consumo de las imágenes de
interacción entre el observador y lo observado. Así, los estudios de
manifestaciones imagéticas de la cultura hicieron aflorar la necesidad de
comprender los diversos mecanismos de producción
de sentido –sentido dialógico, por tanto socialmente construido y cambiante
y no predeterminado o inmanente a la fuente visual (Aguilar, 2006:6).
El amplio campo de trabajo de la
sociología visual ha sido reseñado en innumerable cantidad de publicaciones,
muchas de las cuales han sido generadas desde «The International Visual Sociology Association (IVSA)»
en el Reino Unido. Entre los propósitos de esta asociación vemos la promoción de
estudios, producción y uso de las imágenes visuales, entre las que se
encuentran la fotografía, el cine, video y las imágenes transmitidas o
generadas por medios electrónicos.
Una primera tarea de la Sociología Visual
es enseñar a ver, y a analizar la mirada.
El objetivo final es colaborar en la construcción de la realidad social y en el cambio de
los procesos de desigualdad social en un mundo globalizado. Para establecer
los cimientos de ese edificio …[se]
analiza el proceso de ver y las formas sociales de mirar.
Se presentan algunas ideas sobre la
interpretación visual de la sociedad… La interpretación de la realidad social
se ve mediatizada por dos procesos: el de ver y el de interpretar lo visto. La
cultura visual predominante en la actualidad requiere de una deconstrucción
activa de sus significados y consecuencias sociales. Los/as estudiosos de la
Sociología deben aprender a mirar si quieren convertirse en buenos
profesionales (M. de Miguel, 2003ª: 49).
De allí que esta nueva perspectiva
implique necesariamente el educar la mirada. Así, el afinar la percepción es
una de las competencias necesarias para el sociólogo y la socióloga que desee
incursionar en este campo, lo cual no deja de lado a quienes se acercan desde
otros ámbitos. Jesús Manuel de Miguel expone las áreas temáticas desde las que
puede iniciarse los abordajes de esta interdisciplina que cada vez más, puede
considerarse como transdisciplina: Se trata de investigar la utilización de la
fotografía en las ciencias sociales, con temas sobre su uso en antropología,
sociología e historia. Luego se puede discutir la creación de fotos populares y
la importancia de la fotografía en la vida familiar y doméstica de las últimas
décadas.
Se suele dar importancia al estudio fotográfico
de comunidades. Otro aspecto central es la utilización de la fotografía para el análisis de las desigualdades sociales.
Conviene conocer algunos estudios fotográficos novedosos de la realidad social,
y especialmente los nuevos proyectos que combinan texto escrito con fotografía.
De ahí se pasa lógicamente a los proyectos
de cambio social y político en que se utilizan fotografías. La foto es también noticia e información,
por lo que es importante estudiar la tradición del fotoperiodismo. Otro tema
importante es la fotografía como
institución social y como mercado organizado (Ibid).
Si bien la sociología visual impregnó la
experiencia de «Mirar al Otro», también la educomunicación como perspectiva
teórico-metodológica. Esta interdisciplina trata de unir las perspectivas que
involucran a la educación y la comunicación, principalmente en el espacio
educativo, sea éste de carácter formal, no formal o informal. La educomunicación
(también denominada Educación para los Medios –EPM) es definida por Gustavo
Hernández Díaz (2003) como:
Una
línea de investigación interdisciplinaria en donde se plantean zonas de encuentro
entre la disciplina educativa y la comunicacional. Ambas disciplinas deben
dialogar en forma permanente para que la EPM se enriquezca desde el punto de
vista teórico, metodológico y epistemológico. Sin ese diálogo es imposible que
la EPM pueda erigirse como una propuesta pedagógica sólida, ya que propone entre
otros aspectos un paradigma educomunicacional alternativo que, como ya hemos
señalado, se opone a las directrices de la educación bancaria tradicional (p.
34).
Ambas perspectivas brindaron un sólido
soporte para emprender un trabajo que si bien buscaba promover la expresión
creativa, también se propuso indagar en formas de relación distintas a las que
obliga la violencia de nuestras ciudades.
LOS NIÑOS Y LA CULTURA DE LA IMAGEN
Las nuevas generaciones poseen una excelsa
habilidad para decodificar, reescribir y reelaborar el mundo de imágenes que
les rodea, basados en una interacción propiciada por las nuevas tecnologías de
la información y la comunicación que potencian a un usuario multivisor, ése que
puede navegar por Internet, hacer zapping
en la tele, comunicarse con otros usuarios
en la web y enviar mensajes de textos por el celular, para construir
discursos paralelos y polisémicos.
A pesar del innegable y sustancial peso de
la imagen, la escuela, sobre la que descansa todo el peso societal para la
reproducción de la cultura, sigue una directriz basada en la enseñanza verbal y
lo escrito; enseñar a escribir, leer, efectuar cálculos y expresarse oralmente,
son todavía una práctica cotidiana basada en el lenguaje verbal y escrito, que
hace a un lado las posibilidades que brinda el lenguaje audiovisual y, más aún,
impide la construcción de un lenguaje basado en ambos, ya que resultan ser
irreprochablemente concurrentes. Debe entonces, a nuestro entender, ampliarse
el horizonte educativo permitiendo, por un lado, la formación del cuerpo docente
en el manejo de nuevas tecnologías de la comunicación y formas de expresión,
para que en el proceso de enseñanza éstos puedan usar lenguajes no verbales
(junto, por supuesto, al lenguaje verbal y escrito), a fin de permitir la
construcción de nuevas formas que impacten, tanto en la comprensión como en la
enseñanza múltilenguaje y multimedia, que no obvie los procesos de comunicación
y así, lograr salvar los obstáculos que una enseñanza monolenguaje
imposibilita: redimensionar la construcción de conceptos, de pensamientos
abstractos, la generación y construcción de conocimiento en una era de
profundos cambios en la manera de aprender, organizar, leer y escribir.
De allí que consideremos que: La escuela
pudiera recurrir al uso de la imagen fotográfica de manera que permita a los
niños y las niñas el desarrollo de habilidades tales como: la creatividad, criticidad,
el pensamiento, la motivación, la atención, el descubrimiento, la asociación,
la expresión, las nociones espaciales, la comprensión y la alfabetización visual,
entre otras, lo que llevará a enriquecer el aprendizaje holista del alumnado,
que parte del complemento entre los lenguajes verbal y no verbal (Allen y
Rojas, 2005: 25).
Las nuevas generaciones, como sujetos-usuarios
directos de los novísimos cambios que las ciencias han propulsado en las Tecnologías
de la Información y la Comunicación, suelen dinamizar y socializar sus
experiencias cotidianas a través del uso de los múltiples artefactos que la
tecnología brinda, a saber, teléfonos celulares, cámaras digitales, juegos de
video de altísima resolución gráfica y de compleja construcción psicoespacial,
la Internet, los reproductores musicales con touch screen y
muchos otros. Entonces, si esto sucede cotidiana y ordinariamente en la mayoría
de los hogares de los escolares y adolescentes de estos tiempos (con el
profundo impacto de desplazar a la interacción familiar y al empobrecimiento
del lenguaje escrito y hablado y consecuencialmente del individuo), ¿por qué no
captar la atención de usuarios sagaces mediante el uso de este tipo de
tecnología en las aulas de clases? ¿Por qué no valerse de la tecnología para
revertir los impactos negativos y replantear un mejor uso de los mismos a favor
del lenguaje y, en consecuencia, de la actividad lúdico-simbólica, así como la
socialización de ese individuo? ¿Por qué, incluso si se trata de comunidades
deprimidas, no generamos vías para acortar la Digital Gap,
a partir del trabajo con tecnología sencilla y de bajo costo?
La «apropiación»
de estos instrumentos y su transformación
en herramientas educativas nos mueve a concientizar el altísimo compromiso que en
la educación se debe tener, para inmiscuirnos tanto en el lenguaje y códigos
así como en el manejo de estas tecnologías, lo que exige igualmente una alfabetización visual que permita apalancar, descifrar y
elaborar nuevas formas de socialización. Y es aquí donde los aportes tanto de
la sociología visual como los de la educomunicación, son propicios.
EL CONTEXTO: CARACAS CIUDAD/CARACAS
VIOLENTA
Las ciudades, las grandes ciudades, las
megalópolis, tienden a reestructurarnos la vida, y Caracas ha hecho lo
finamente labrado en cada uno de nosotros. Para bien o para mal, es la ciudad
que habitamos, la que hemos visto crecer, transformarse y mutarse en este
gigantesco monstruo incontrolable.
Transcurren nuestros días entre el
infernal e incontrolable enjambre de carros, entre las zigzagueantes motos que
le han devuelto a muchos la transitabilidad por calles y autopistas, entre
piruetas y maromas, montados en sus artefactos chinos. Pasan nuestras horas
entre cuentos de otros, aquellos semejantes que dan testimonio de su parte de
guerra: mataron a un vecino; a los abuelos de alguien; secuestraron a mi
sobrina; me robaron el carro; le clonaron la tarjeta; la amenazaron de muerte;
le dieron plazo de unas horas para conseguir el dinero; la violaron en aquel
sitio; lo despojaron de su moto; lo acribillaron por venganza; lo acorralaron
en la esquina; lo alcanzó una bala perdida. Nuestra ciudadanía se ha degradado,
se ha extraviado.
No puede ocultarse el carácter violento de
la ciudad que habitamos. No puede negarse la asimilación de códigos sombríos y
macabros con los que hemos aprendido a «convivir». No puede omitirse cuán
fracturados estamos en nuestra malograda condición de caraqueños. Rascacielos
con helipuertos, autopistas colmadas de autos del año, centros comerciales de diseño
futurista, edificios de apartamentos que se cotizan en dólares, marcan el signo
de una ciudad que transcurre paralela a esa otra Caracas donde se convive entre
balas, entre cúmulos de basura, entre ríos de aguas cloacales, con casas de
techo de láminas de zinc, con familias viviendo bajo los puentes, con paredes
de madera, que ostentan los estandartes de la deseada modernidad: potentes
equipos de sonido, televisores con pantalla plana, teléfonos celulares de
última generación y antenas que posibilitan la conexión con una realidad que no
puede tenerse.
EL GUARATARO
Incrustado en el centro-oeste de la ciudad
de Caracas, «El Guarataro» es un barrio que muestra las incongruencias de un
país que encabeza las listas de los importantes países exportadores de
petróleo. A pocos metros de su entrada principal está ubicada la estación de
Metro Capuchinos, dando señales de una ciudad que comienza a extinguirse en
apenas cincuenta metros. A partir de allí todo comienza a traspasar los
límites: adictos que piden para comprar droga; vendedores de crack y marihuana que te ven a los ojos para darte lo que demandas; recogelatas que hurgan entre la basura; señoras y
señores, mucha gente de bien que van o vienen a su sitio de trabajo; abuelas y
abuelos que van de compra a la farmacia, al abasto; niños y jóvenes que van al
colegio; aguas negras que hay que esquivar; policías que chantajean a los
distribuidores de drogas; vendedores de chatarras, zapatos y ropa usada;
alcohólicos que gritan incoherencias; salsa y reaggeton sonando
de casa en casa; motorizados que zigzaguean entre los caminantes, y todo, todo
esto sucede en una calle de apenas seis metros de ancho.
El Guarataro está conformado por familias
asentadas allí desde hace muchos años, hay quienes le atribuyen a este barrio
una data de 378 años. Es uno de esos barrios caraqueños que tuvo su mayor
explosión demográfica a partir del boom
petrolero, con familias venidas desde el
interior del país en busca de mejores oportunidades económicas. Es un sitio
donde hasta hace unos veinte años todos se conocían y la convivencia era basada
en el respeto y la tolerancia. Aquí llegamos por instancia de nuestro amigo David
Ladera, incansable trabajador social empeñado en las reivindicaciones y mejoras
para su comunidad, quien nos propuso aplicar nuestros oficios en función de
lograr capturar la atención de los muchísimos jóvenes estudiantes del barrio,
quienes junto a sus respectivas familias hacen un incansable esfuerzo por
superarse, para situarse en una mejor perspectiva de vida, alejados de la dura
violencia que día a día, hora a hora, les bifurca los caminos.
¿CÓMO LO HICIMOS?
El equipo conformado para la
implementación del proyecto «Mirar al Otro» estuvo integrado por especialistas
en Trabajo Cultural, Educomunicación, Educación Especial, Sociología, Teatro y
Fotografía. La sede escogida para la aplicación del proyecto fue la Escuela
Básica Distrital Ángel Ribas Baldwin, con los alumnos de la Segunda Etapa de
Educación Básica: cuarto, quinto y sexto grado.
El objetivo principal de «Mirar al Otro»
fue pensado desde los participantes, a saber: adquirir competencias para el
desarrollo de hábitos de convivencia social basada en valores como la
tolerancia, el respeto, el reconocimiento del otro, la no agresión, el respeto
a la vida, el diálogo, la participación, la revalorización de los espacios
comunitarios y la solidaridad como componentes fundamentales de la ciudadanía,
a partir del uso de la fotografía. Las actividades se estructuraron a partir de
las secuencias de aprendizaje, diseñadas y creadas para la experiencia
educativa «Aula Virtual Aprender a ver TV» (Especialización en Educación para
el uso creativo de la Televisión), desde la línea de investigación «Educación,
Comunicación y Medios» del ININCO-UCV. Estas secuencias de aprendizaje hacen el
siguiente recorrido:
I. Exploración/Descubrimiento
II. Comprensión/Conceptualización
II. Problematización/Discusión
IV. Creación/Producción
V. Confrontación/Evaluación
VI. Expresión/Comunicación.
Dos fueron los principales lineamientos
sobre los que se propuso la estructuración de las actividades, a saber: 1)
Integrar actividades relacionadas con tres entornos: familiar, escolar y
comunitario; 2) colocar claves que permitan identificar cambios antes y después
de la actividad. Los objetivos específicos: 1. adquirir herramientas que
favorezcan las formas de expresión visual; 2. revalorizar a la imagen
fotográfica como elemento comunicador generador de discursos; 3. acercarse a la
comprensión del entorno desde la imagen fotográfica; 4. ejercer prácticas
comunicativas visuales basadas en hábitos de convivencia social.
LOS RESULTADOS
Se tuvo especial énfasis en no orientar ni
predisponer a los alumnos en relación a lo que debían o no fotografiar. Se hizo
hincapié en el hecho de que ellos eran los fotógrafos y debían aplicar los
conceptos vinculados a los valores ciudadanos trabajados en todos los talleres,
al momento de tomar las fotos y de construir su registro fotográfico.
La ansiedad fue generalizada en todo el
grupo, cada uno expresaba la larga lista de las futuras fotos que harían. Al
momento de hacerles entrega de las cámaras, la felicidad se tradujo en abrir
rápidamente las cajas, ver los artefactos, verificar que eran todas exactamente
igual y luego todos se dedicaron a explotar las bombas de aire del material
protector de las mismas. Preparadas las cámaras, cargadas con la película, los
alumnos contaban con el fin de semana para hacer sus respectivos trabajos.
Culminado el primer fin de semana, nos encontramos
con algunas caras largas: ¡eran los alumnos que no habían resistido la
tentación de abrir la cámara y ver cómo se veían las fotos por dentro! Para una
contingencia como ésa, el taller tenía película para reponer, por suerte sólo
fueron unos pocos alumnos los que abrieron sus artefactos. Algunas de las fotos
veladas se recuperaron y formaron parte de la exposición. Pasado el segundo fin
de semana los alumnos trajeron las cámaras y junto al instructor aprendieron a
rebobinar la película, extraer la misma sin causar ningún accidente que dañara
las fotos tomadas.
Fieles a lo aprendido en las sesiones de
trabajo, todos los alumnos devolvieron en perfecto estado cada una de las
cámaras que les fueron asignadas; ello nos confirmó el aprendizaje de valores
como el respeto, solidaridad y convivencia. Enviamos a revelar los rollos, a
hacer hojas de contactos y cuando éstas estaban listas, analizamos las fotos
con los alumnos y ellos hicieron la escogencia de las fotos que finalmente
irían a la exposición.
Parte de la estructura del taller de
fotografía contemplaba el énfasis en uso de la tecnología digital, para ello
contábamos con un scanner de negativos que posibilitaría la intervención
digital de las fotos y su posterior modificación, para lograr otras vías de
expresión de los alumnos, además de los equipos de la sala de informática del
centro educativo.
Finalmente, el día viernes 16 de julio del
año 2004 se realizó la exposición de los veintinueve portafolios creativos de
todos los alumnos participantes del taller, en la biblioteca escolar, ubicada
en la planta alta de la escuela, en los mismos salones que habían sido el
escenario para la discusión de los talleres. Y sobre todo, escenario que el día
anterior, los niños y niñas participantes del proyecto se habían encargado de
limpiar y lavar con agua y jabón, para que sus compañeros, maestros, padres,
madres y vecinos sintieran la misma emoción que ellos habían vivido.
Para este acto se contó con la presencia
de todos los alumnos participantes, así como de sus familiares más cercanos. La
alegría era total: madres, padres, hermanos, abuelos, amigos y vecinos sonreían
constantemente al reconocer sus rostros, sus callejones, sus casas, sus vidas
en aquellas fotografías. También vinieron la TV (Vive TV) y el periódico Últimas Noticias, a registrar aquello. La transmisión de
Vive TV y la Exposición servirían para que después niños y niñas, vecinos y
vecinas, se sintieran «vistos por otros».
Allí nos encontramos con las fotos de la
familia, las mascotas, los amigos, los equipos de sonido, los televisores, los
implementos personales (ropa, zapatos, juguetes, afiches), las expresiones
afectivas, el interior de la casa, las fiestas, como valores positivos en
contraposición a las peleas, la basura, los indigentes, como valores
expresamente negativos.
Para nosotros resultó gratificante
percibir cómo lo enseñado tuvo sus hermosos resultados.
Cada uno de los niños participantes mostró
un altísimo nivel creativo así como una gran disposición a trabajar en grupo,
lo que ratifica el hecho de resaltar el uso de la fotografía como un canal
expresivo que posibilita la recuperación de la autoestima en niños que viven en
situaciones de riesgo.
Por otro lado, es absolutamente
gratificante corroborar que mediante la enseñanza de este oficio, pueden
establecerse conexiones con grupos y comunidades del resto del mundo que
marchan en la misma dirección, en la búsqueda de un camino expresivo y/o en la
enseñanza de un arte que permite reeducarse para ver y mirar a un mundo, desde
una perspectiva más creativa.
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