“Los mismos hombres que establecen las relaciones
sociales conforme a su productividad material producen también los principios,
las ideas, las categorías conforme a sus relaciones sociales”
Karl Marx
El capitalismo hoy
Lo
que caracteriza a cada época económica no es lo que se hace sino cómo se hace y
con qué instrumentos se hace. En ese sentido, el conocimiento cobra cada vez
más importancia por ser precisamente el determinante de las relaciones sociales
de producción que caracterizan este contexto actual, a saber, el capitalismo
global, informacional, cuya economía está sustentada, precisamente, en el
conocimiento.
Entendiendo
que el capitalismo se caracteriza por la concentración de los principales medios
de producción en un número de manos cada vez menor;comprendiendo que dicho
sistema es un sistema-mundo tal y como lo expresa Wallerstein y que en el mismo
la economía-mundo se sustenta en el esquema centro-periferia, podremos
visualizar la configuración de la división internacional del trabajo entre
países (periféricos) que suministran materia prima y países (centrales) que
desarrollan constantemente su industria y procesan el flujo de recursos
provenientes de aquellos. En tal esquema podemos situar –económicamente- a los
primeros países en el Sur (en vías de desarrollo) y a los últimos en el Norte
(países altamente industrializados, desarrollados).
Bajo
este esquema, los países centrales no solo procesan la materia prima que
proviene del Sur sino que al terminar dicho proceso, sitúan las mercancías en
el mercado mundial obteniendo así un segundo beneficio: un flujo neto de
capitales del Sur hacia el Norte. Tal es el “negocio redondo” del capitalismo.
Para mantener esa faena es necesario, pues, que los países centrales se
encarguen de mantener aseguradas sus principales fuentes de recursos, tanto
económicos como naturales, y por consiguiente, edificar todo un aparato
jurídico-político de pretensiones globales que permitan alcanzar sin muchos
contratiempos este objetivo.
Si
decimos entonces que el capitalismo se configura hoy alrededor de la
información y el conocimiento, es porque los mismos fungen hoy no sólo como
mercancía sino como materia prima para el sistema. En el caso de la información
podemos visualizar lo anteriormente explicado al observar cuáles son los
principales medios de comunicación en el mundo, en manos de quienes están y a
qué intereses responden. Cabe preguntarse perfectamente ¿podemos decir
realmente que vivimos en una sociedad de la información cuando la mayoría de la
información está privatizada?
En
el caso del conocimiento, podemos formular una pregunta similar, ¿puede ser
esta una sociedad del conocimiento cuando el conocimiento mismo está siendo
privatizado cada vez con mayor ferocidad? Tal proceso lo podemos evidenciar en
el régimen de Propiedad Intelectual que ha buscado erigirse globalmente.
Un régimen jurídico de opresión
En
pocas palabras pudiera decirse que la Propiedad Intelectual supone
el reconocimiento de un derecho particular en favor de un autor u otros
titulares de derechos, sobre las obras del intelecto humano. Ese es el “cuento
bonito” pero lo que no revela esta definición es el hecho de que los Derechos
de Propiedad Intelectual protegen a quien comercializa determinado
conocimiento, bien sea éste una obra literaria o una invención científica. Y si
no olvidamos que los principales medios de producción están en manos de unas
pocas personas, fácil podemos evidenciar que el beneficio es para pocos y las
consecuencias de tal desigualdad la vivimos muchos.
¿Cómo pasan los Derechos de Propiedad
Intelectual a ser un tema de prioridad global? Una estrategia de cuatro pasos
permite comprender cómo se da eso. En primer lugar, es necesaria una coalición
internacional alrededor de la Propiedad Intelectual conformada por la tríada
Estados Unidos, Unión Europea y Japón que se materializa en la edificación de
diversos organismos “multilaterales”; en segundo lugar, es imperante el que
dicha coalición ejerza su influencia para situar, por medio de foros y demás
eventos académicos “neutrales y objetivos”, a la Propiedad Intelectual como
punto prioritario en la agenda de todos los países; en tercer lugar resulta
vital para el mantenimiento de la hegemonía neoliberal que la coalición sepa
contener –y esto conlleva a veces a amenazar- a aquellos países que desempeñan
un rol semi-periférico y que puedan representar una posible amenaza para los
intereses imperiales, asimismo deben refinar sus tácticas de persuasión para
poder garantizar que los países del Sur Global sigan amarrados al régimen de
Propiedad Intelectual[1];
por último, la coalición debe garantizar su hegemonía en el tiempo al
establecer modificaciones en los Derechos de Propiedad Intelectual, extendiendo
el plazo de concesión de los mismos y alargando con ello los beneficios
monopólicos que reciben estos países por concepto de regalías emitidas desde
los países del Sur.
Todo este régimen mundial de Propiedad
Intelectual apuntala, precisamente, a asegurar que los exportadores netos (los
países industrializados) continúen ampliando su control y logren frenar
cualquier posible acumulación competitiva. Esto agrava aún más el profundo
desequilibrio comercial existente entre el Norte y el Sur y da muestras de que
un sistema global de Propiedad Intelectual –de marcado corte neoliberal- les
cuesta a los países pobres mucho más de lo que los beneficia comercialmente.
Biopiratería:
privatización de la vida misma
Ahora bien, visto el panorama es momento
de enfocarnos en el tema que venimos a desarrollar aquí, a saber, la
biopiratería como proceso de privatización de la vida misma.
Hablar de biopiratería es hablar de
neocolonialismo, de nuevas formas de dominación y explotación, es hablar de
cómo la biodiversidad va siendo parte del cumulo de propiedades de unos pocos y
de cómo compañías trasnacionales –específicamente las del sector farmacéutico-
han usurpado conocimientos milenarios para beneficiarse espantosamente a costa
de la miseria y creciente pobreza de los pueblos indígenas.
Es hablar también de la supuesta
“salida” que implicaría el regular el acceso a los recursos genéticos, el
exigir transparencia en cuanto a la fuente de los recursos a la hora de solicitar
una patente por innovación científica y del patentar el conocimiento
tradicional. Todo esto no es más que un giro de tuerca que profundiza las
actuales depravaciones que se viven en el marco de este sistema y, ¡peor aún!,
con tales “soluciones” la biopiratería estaría legalmente permitida y se
concebiría ahora como “transacciones comerciales”.
Con o sin soporte legal la biopiratería
viene dándose desde 1994[2]
cuando las principales industrias farmacéuticas del mundo lograron ejercer su
influencia en la OMC para que ésta impusiera leyes de Propiedad Intelectual
sobrelos organismos vivos. Podemos definir entonces a la biopiratería
comoprivatización de recursos colectivos y públicos por medio de ¡sistemas jurídicos!que
impiden a todos los demás acceder a ellos. Esto es lo que no revela el concepto
de patentes hasta ahora hegemonizado: protección al inventor y a su invento
que, en este caso, ¡han sido producto de la usurpación del conocimiento de todo
un pueblo! ¡La apropiación despiadada de un bien común!
Y es que precisamente de eso se trata:
las industrias de biotecnología utilizan el conocimiento ancestral (en este
caso, remedios) de los pueblos indígenas para elaborar medicamentos que luego
salen al mercado a un precio altísimo y sin repartir beneficios al pueblo
usurpado, ¡quien ahora tiene que resarcir económicamente por una actividad que
realizaban desde un buen tiempo! El “invento” no es más que la usurpación de
las técnicas ya existentes, si acaso con alguna ligera modificación.
El concepto de "biopiratería" supone,
pues, que es un derecho natural la posesión de una planta, de variedades
animales y de genes humanos. Este monopolio sobre la vida conlleva a tres
consecuencias: el aumento desproporcionado de los precios, imposibilitando con
ello el acceso por parte de las y los ciudadanos a los “nuevos” desarrollos; el
freno a la producción local al recibir una gran cantidad de mercancía importada
y al verse debilitada la economía nacional por motivo de la fuga de capitales
bajo el concepto de regalías por el uso de estos bienes; y por último, la
prohibición de actividades originarias puesto que ahora pasan a ser reconocidas
como “invención” de determinada empresa y por consiguiente se rigen por el
régimen de Propiedad Intelectual.
La “biopiratería” no es más que un
enfoque alternativo, una “salida” digna de los revisionistas. Es la
coexistencia con el capitalismo y su explotación avasallante al no oponerse
tajantemente a los monopolios biológicossino “exigir” una mayor redistribución
de sus beneficios, es decir, las empresas de biotecnología que incurran en este
tipo de acciones y cuyos trabajos se basen en variedades naturales, o en genes
humanos descubiertos en países en vías de desarrollo o entre poblaciones indígenas,
tendrían que estar obligadas a pagar regalías por ello.
La verdadera transformación, la
verdadera acción revolucionaria es liberarse, precisamente, de todos los
monopolios biológicos en el marco de una transformación sistémica mayor: el
cambio de las actuales relaciones sociales de producción a unas donde el
control de los principales medios de producción esté en manos de las y los
trabajadores.
En este sentido, cobra una vital
relevancia la integración regional y el internacionalismo como baluartes de un
proceso de acumulación de fuerzas que permitan ofrecer una férrea resistencia y
una lucha profundamente anti imperialista y anti capitalista, construyendo con
ello una nueva hegemonía que, a la par de las nuevas relaciones de producción,
consolide la edificación de una nueva sociedad.
Concluimos, pues, expresando que el
actual régimen de Propiedad Intelectual es inviable para todos los países que
se encuentran en una situación de desigualdad frente a los países del Norte
industrializado. Asimismo, estas “salidas” que buscan “proteger” el
conocimiento tradicional no hacen más que facilitar la transformación de los
mismos en mercancías y con ello introducirlas a la “boca del lobo”, es decir, a
la lógica del mercado capitalista.
Es necesario avanzar en el proceso de
acumulación de fuerzas para construir, desde el Sur Global, una propuesta
contra hegemónica que beneficie realmente a los países en desventaja y que, en
el marco de la solidaridad entre las naciones, busque ir transformando cada
ámbito de esta sociedad que subsiste con el empobrecimiento de cada vez un
número mayor de personas.
¡La
lucha es nacional por su forma e internacional por su contenido!
Por: Soc. Marx Gómez
mjgl89@gmail.com
[1]Un ejemplo de ello lo tenemos en la firma delAcuerdo de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el
Comercio(ADPIC), condición previa que establece la OMC para
que los países puedan ingresar al organismo.
[2]De hecho, hay un incidente anterior: el 12 de abril de 1988, la oficina de patentes de EEUU concedió a DuPont
una patente sobre un ratón cuya línea había sido modificada para hacerlo
susceptible al cáncer.
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