Desde la aparición de
Internet muchos han advertido la posibilidad de establecer un sistema panóptico
en el mismo por parte de la clase social dominante, como forma de garantizar el
mantenimiento del actual (des)orden de cosas. Hoy tal posibilidad parece estar
a punto de concretarse si no alzamos nuestras voces para condenar un hecho que
revela, una vez más, el absurdo de un modelo económico que privilegia a unos
pocos en desmedro de muchos.
Estamos a unos días de
evitar una catástrofe, y esto sin sonar alarmistas o apocalípticos, que
acabaría con lo que conocemos hoy como Internet y con lo que fue su espíritu
desarrollador: la cultura hacker, sustentada en el compartir como valor
fundamental. El 24 de Enero del año en curso en la Cámara de Representantes de
los Estados Unidos se realizará la votación para el proyecto de Ley SOPA (Stop
Online Piracy Act-Parar los Actos de Piratería en Línea), una legislación que,
de ser aprobada, traería graves consecuencias en lo que a la difusión de la
información y el conocimiento se refiere.
¿Por qué habría de
preocuparnos la aprobación de una ley en el territorio de los Estados Unidos?
¿Qué implicaciones puede tener para el resto del mundo? Resulta que, en el
marco de la actual economía mundial capitalista, Estados Unidos sigue teniendo
un rol hegemónico que le ha hecho creer que está en la capacidad y en la
potestad de imponer sus directrices al resto del mundo. En otras palabras, lo
que se aprueba allá busca de ser replicado en todo el globo. Ejemplo de ello
son los proyectos de Ley SINDE (España) y Ley LLERAS (Colombia) que son calco y
copia de la nefasta legislación que se pretende aprobar el próximo 24 de este
mes.
Las consecuencias de
una acción en cadena de este tipo (de marcado corte retrogrado) van desde la
vigilancia permanente de nuestras acciones en línea hasta la censura de la
información, coartando con ello nuestra libertad de expresión, y el
ahorcamiento en la difusión del conocimiento, cuyo proceso de construcción es
social y no obra de “genios”, de individualidades que buscan privarnos del
mismo.
Aquí entramos con lo
que viene a ser el tema fundamental de todos estos proyectos de ley ya
mencionados: la llamada Propiedad Intelectual o, dicho de otra manera, la
apropiación de las ideas, del conocimiento por parte de las grandes empresas
privadas, sean estas industrias culturales, compañías farmacéuticas o grandes
casas editoriales.
No estamos en contra
del llamado derecho moral que implica el reconocimiento de quien ha creado
algo, pero queremos hacer énfasis en el marcado carácter social de dicho
proceso de creación y en lo absurdo que está demostrando resultar la rígida
legislación mundial al respecto. Ejemplo de esto lo encontramos en los Acuerdos
sobre los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio
(ADPIC), impulsado por la Organización Mundial del Comercio.
Llevar esto al plano
del Internet es acabar con la misma. ¿Cómo puede un espacio donde circula
libremente la información continuar existiendo cuando dicho flujo se vea
interrumpido bruscamente, cuando se nos diga qué puede y qué no circular por la
red, cuando se nos coarte de compartir conocimientos con un gran número de
personas?
Debemos pronunciarnos
sobre este hecho desde todos los espacios posibles y esto implica salir más
allá de las redes. La defensa de la Internet no se puede realizar únicamente
dentro de la misma, es necesario salir de la Internet para materializar el
descontento global en lo que viene a ser una muestra más de recrudecimiento de
este sistema mundial. Y con ello ir revelando lo que implica el actual régimen
de Propiedad Intelectual: la privatización de la cultura y de la vida misma.
Estas palabras esperan
ser un pequeño aporte que contribuya a que esta chispa, el (descontento global)
encienda toda la pradera (el sistema mundial capitalista) en una acción
colectiva organizada y con objetivos claros. Luchemos no sólo por una Internet
libre sino por una sociedad donde todas y todos podamos ser verdaderamente
libres, sin las ataduras y las cadenas que implican el Gran Capital y donde el
trabajo en vez de ser una forma de esclavitud pase a ser un grato deber social.
La expresión es libre, como el
conocimiento…¡¡¡COMPARTIR NO ES ROBAR!!!
Por: Soc. Marx Gómez
mjgl89@gmail.com
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